Entender la Ciudad de México implica entender su transformación urbana y demográfica, su reto habitacional, su realidad y objetivos de cara al futuro, y el papel que juegan en ello gobierno, sociedad, iniciativa privada y regulación.
La Ciudad de México es la zona más competitiva del país y posiblemente la que encabeza esta clasificación en América Latina. Sin embargo, este enorme potencial va de la mano de retos de la misma dimensión. Retos de toda índole entre los que destaca el de crear condiciones que permitan atender las necesidades de vivienda de cada segmento de la población.
Porque la capital del país tiene rezago y demanda habitacional, que forman parte de su necesario e inevitable proceso de transformación urbana.
Entender la Ciudad de México implica entender su transformación urbana y demográfica, transformación que lleva implícitos rezago y nueva demanda de vivienda.
Implica entender que se trata de atender las diferentes vertientes de la demanda, y de hacerlo reconociendo las necesidades y posibilidades de cada segmento de la población.
Implica también entender la vocación y objetivos de la ciudad, el marco regulatorio existente y el conjunto de condiciones que definen el entorno en el que hay que hacer las casas.
La realidad es que hay mucha demanda de vivienda, el reto está en crear condiciones que permitan hacerlas de forma que se atienda a cada segmento de población y se sigan las pautas que marcan las políticas públicas.
Hoy pareciera que el mayor reto está en lograr que la regulación responda a los objetivos de gran visión que marcan las nuevas políticas federales, que buscan fortalecer la estructura urbana y crear viviendas que respondan con mayor eficiencia a lo que la gente necesita.
Hoy se habla de temas como densidad y usos mixtos. Toca ahora llevar estas políticas al ámbito regulatorio con el objetivo de crear condiciones que permitan, por ejemplo, reducir el impacto del costo del suelo urbano a fin de generar viviendas del menor costo posible para atender a los segmentos de menores ingresos.
Se trata, como se ha dicho, de aprovechar mejor la infraestructura urbana existente y evitar que la gente tenga que comprar casas que estén muy alejadas de sus centros de trabajos y escuelas.
Y esto se logra con regulación e inversión pública en infraestructura, para evitar que sólo se puedan hacer casas para las clases medias y altas.
Es un reto con alto componente político, porque requiere que los órganos legislativos se pongan de acuerdo tanto en un proyecto de ciudad, como en la regulación que este requiere, y se trata de que la regulación no retrase la marcha de la ciudad, porque no hablamos sólo de afectar una actividad productiva, sino de que al frenar la producción de vivienda, se afecta la calidad de vida de miles de familias.
La vivienda cumple con un papel social, pero también en el proceso urbano, en la medida en que permita actualizar la vocación de zonas de la ciudad que ya no pueden ser de uso industrial y cuentan con ubicación e infraestructura óptimas para uso comercial y habitacional.
Isidoro Dayán. 2015. Extracto.